Desarrollar estrategias que nos ayuden a identificar las necesidades particulares de cada persona dejándose dirigir por el Espíritu Santo.
El interceder por otras personas es nuestra prioridad, caminando en Fe, creyendo que el Señor lo hará.
El intercesor sea visto como una persona de confianza capaz de ayudar en situaciones especiales.
El intercesor es confidente de las situaciones personales de cada individuo. Cada petición o situación será llevada al Padre en súplica y ruego, reconociendo que el Espíritu Santo es el que dará la respuesta adecuada y que nosotros solo somos instrumentos en su mano.